En Barcelona se han vendido 5.700 casas de obra nueva en los últimos 12 meses, según datos ofrecidos por el director de obra nueva de Coldwell Banker Prestige, Artur Stabinski, en el transcurso de un debate organizado recientemente por la compañía, en el que también participaron el consejero delegado de UCSA, Antoni Angerri, y la directora de inversión de Vivendex, Rosa Hierro. La alta demanda en relación a la oferta ha impulsado al alza en precio de los pisos nuevos en la ciudad, que se ha incrementado en un 20% en los últimos dos años.
Según los datos presentados, entre el 10 y el 13% de las ventas que se realizan actualmente en la ciudad corresponden a vivienda nueva, mientras que el 86% restante corresponde al mercado de segunda mano. Estas cifras contrastan con la situación del mercado en los años previos a la burbuja inmobiliaria, en 2006, cuando el 65% de la venta era obra nueva era obra nueva y tan solo el 35% era usada.
Esta situación genera, según Stabinski, “un amplio margen de crecimiento de los precios, que puede evitarse si se adecúa la oferta con la demanda existente”.
Perfil del comprador
El grueso de quienes adquieren vivienda de lujo en Barcelona está formado por inversores extranjeros, que representan un 68% del total. Estos compradores no son mayoritariamente usuarios finales y formalizan sus inversiones para rentabilizarlas en muchas ocasiones como alquiler. Los españoles suponen el 32% restante y son igualmente inversores. “De hecho”, destaca Rosa Hierro, “un elevadísimo porcentaje se corresponde a empresas patrimoniales que busca invertir en la zona alta de la Diagonal”.
Una de las principales diferencias entre los inversores nacionales y extranjeros radica precisamente en sus zonas de preferencia. Así, mientras los españoles siguen optando por zonas clásicas, como Sarrià o Sant Gervasi, los foráneos se inclinan por la zona de l’Eixample, un emplazamiento que le permite tener todo cerca. Otros factores que influyen en el interés de los compradores extranjeros es su calidad de vida y una red de sanidad y educativa de primer orden.
Uno de los fenómenos que se están detectando según Stabinski es que “a raíz de los cambios que se producen en la sociedad, la gente está volviendo al centro de las ciudades, porque quiere vivir cerca de su trabajo y del colegio al que van sus hijos”.
Situación política
Respecto a los efectos de la situación política catalana en el mercado inmobiliario, Antoni Angerri señaló que “lo que se ha visto en estos primeros días de la crisis es que el capital volátil, más especulador, cómo es temeroso, ha sido el primero en marcharse”. Una de las opciones para salvar la situación es dirigirse más al público local, que actualmente tiene un peso cada vez más relevante. Por su parte, Artur Stabinski señaló que “es muy pronto para hacer una valoración, en nuestro caso, todos los contratos cerrados a día uno de octubre hasta hoy se han materializado, aunque es cierto que se ha tratado de usuarios finales de la vivienda”, respecto a los inversores internacionales señaló que “aún es pronto para hacer valoraciones fiables, pero la economía no aguanta de buen grado una situación de incertidumbre, por lo tanto, cuanto más rápido de alcance una solución, menos graves serán las consecuencias”.
El reconocimiento internacional de Barcelona es un factor de doble filo, pero su limitación espacial, la imposibilidad para extenderse territorialmente, convierte los metros cuadrados existentes en un valor seguro a medio y largo plazo. Así lo ha demostrado la experiencia de la gran crisis iniciada en 2008.